DOMINGO DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR
De la solemnidad.
28 de mayo
VÍSPERAS
(Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: RETORNA VICTORIOSO.
Retorna victorioso
la cruz en mano enhiesta como un cetro,
como la llave que abre el paraíso;
y a su lado retornan los cautivos
vuelto en gozo las lágrimas y el duelo:
¡Jesús entra en el cielo!
Vuelve el Esposo santo;
el hijo más hermoso de la tierra
regresa coronado de su viaje,
y la Iglesia, la Esposa de su sangre,
lo acompaña radiante de belleza:
¡Jesús entra en el cielo!
Alzad vuestra esperanza,
porque ha quedado el áncora clavada;
si la tormenta agita el oleaje,
no se agite la fe del navegante,
que en la ribera Cristo nos amarra:
¡Jesús entra en el cielo!
El Padre Dios se goza
porque descansa el Hijo en su regazo
al retorno triunfal de la pelea;
goce la Iglesia, goce en su Cabeza,
y alabe por los siglos a su Amado:
¡Jesús entra en el cielo!. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.
Salmo 109, 1-5. 7 – EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE.
Oráculo del Señor a mi Señor:
«Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies.»
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
«Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora.»
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
«Tú eres sacerdote eterno
según el rito de Melquisedec.»
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso levantará la cabeza.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre. Aleluya.
Ant 2. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.
Salmo 46 – ENTRONIZACIÓN DEL DIOS DE ISRAEL
Pueblos todos, batid palmas,
aclamad a Dios con gritos de júbilo;
porque el Señor es sublime y terrible,
emperador de toda la tierra.
El nos somete los pueblos
y nos sojuzga las naciones;
El nos escogió por heredad suya:
gloria de Jacob, su amado.
Dios asciende entre aclamaciones;
el Señor, al son de trompetas:
tocad para Dios, tocad,
tocad para nuestro Rey, tocad.
Porque Dios es el rey del mundo:
tocad con maestría.
Dios reina sobre las naciones,
Dios se sienta en su trono sagrado.
Los príncipes de los gentiles se reúnen
con el pueblo del Dios de Abraham;
porque de Dios son los grandes de la tierra,
y él es excelso.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas. Aleluya.
Ant 3. Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él. Aleluya.
Cántico: EL JUICIO DE DIOS Ap 11, 17-18; 12, 10b-12a
Gracias te damos, Señor Dios omnipotente,
el que eres y el que eras,
porque has asumido el gran poder
y comenzaste a reinar.
Se encolerizaron las naciones,
llegó tu cólera,
y el tiempo de que sean juzgados los muertos,
y de dar el galardón a tus siervos los profetas,
y a los santos y a los que temen tu nombre,
y a los pequeños y a los grandes,
y de arruinar a los que arruinaron la tierra.
Ahora se estableció la salud y el poderío,
y el reinado de nuestro Dios,
y la potestad de su Cristo;
porque fue precipitado
el acusador de nuestros hermanos,
el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche.
Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero
y por la palabra del testimonio que dieron,
y no amaron tanto su vida que temieran la muerte.
Por esto, estad alegres, cielos,
y los que moráis en sus tiendas.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Ya ha entrado el Hijo del hombre en su gloria, y Dios ha recibido su glorificación por él. Aleluya.
LECTURA BREVE 1Pe 3, 18. 21b-22
Cristo murió por los pecados una vez para siempre: el inocente por los culpables, para conduciros a Dios. Como era hombre, lo mataron; pero, como poseía el Espíritu, fue devuelto a la vida. Lo que actualmente os salva no consiste en limpiar una suciedad corporal, sino en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Jesucristo, que llegó al cielo, se le sometieron ángeles autoridades y poderes, y está a la derecha de Dios.
RESPONSORIO BREVE
V. Subo a mi Padre y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
R. Subo a mi Padre y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
V. A mi Dios y a vuestro Dios.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Subo a mi Padre y a vuestro Padre. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Oh Rey de la gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo: No nos dejes huérfanos, envía hacia nosotros la promesa del Padre, el Espíritu de verdad. Aleluya.
Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1, 46-55
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Oh Rey de la gloria, Señor del universo, que hoy asciendes triunfante al cielo: No nos dejes huérfanos, envía hacia nosotros la promesa del Padre, el Espíritu de verdad. Aleluya.
PRECES
Aclamemos, alegres, a Jesucristo, que se ha sentado hoy a la derecha del Padre, y digámosle:
Cristo, tú eres el rey de la gloria.
Rey de la gloria, que has querido glorificar por medio de tu cuerpo la fragilidad de nuestra carne, elevándola hasta la gloria del cielo,
purifícanos de toda mancha y devuélvenos nuestra antigua dignidad.
Tú que por amor descendiste hasta nosotros,
haz que también nosotros por amor subamos hasta ti.
Tú que prometiste atraer a todos hacia ti,
no permitas que nosotros seamos apartados de la unidad de tu cuerpo.
Tú que nos has precedido al cielo en tu ascensión gloriosa,
haz que te sigamos ahí con nuestro corazón y nuestra mente.
Se pueden añadir algunas intenciones libres
Ya que te esperamos como Dios, juez de todos los hombres,
haz que un día podamos contemplarte en tu gloria y majestad, junto con nuestros hermanos difuntos.
Llenos de fe, invoquemos juntos al Padre, repitiendo la oración que Cristo nos enseñó:
Padre nuestro…
ORACION
Concédenos, Señor, rebosar de alegría al celebrar la gloriosa ascensión de tu Hijo, y elevar a ti una cumplida acción de gracias, pues el triunfo de Cristo es ya nuestra victoria y, ya que él es la cabeza de la Iglesia, haz que nosotros, que somos su cuerpo, nos sintamos atraídos por una irresistible esperanza hacia donde él nos precedió. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.