Catalina nació en Génova en la primavera de 1447, de la noble familia Fieschi.
Muy joven fue desposada con julio Adorno (13-1-1463); matrimonio no por amor, sino provocado por el oportunismo político al que fue sometida. Los primeros años fueron tristes y desolados, por el carácter difícil del esposo. Catalina logró superar la crisis, después de la visión de Cristo derramando sangre (22-3-1473). Desde entonces se dedicó mas aun al ejercicio de la caridad.
Las oraciones, los sacrificios y el ejemplo de Santa Catalina dieron provocaron la conversión de su esposo. A los treinta años (1478) se retiró con el marido a vivir en el hospital civil de Parnmatone poniéndose a tiempo completo al servicio de los enfermos de los cuales vino a ser una humilde enfermera y sucesivamente, administradora y rectora (1489).
Fue dotada por Dios de excepcionales gracias y es contada entre las mas grandes místicas.
De su experiencia personal de purificación nació su brillante “Tratado del Purgatorio”. Determinante fue su influjo en la vida eclesial de su tiempo, con el Movimiento del Divino Amor – por ella inspirado, sobre la espiritualidad moderna a través de la Escuela Francesa de los siglos XVI – XVII que sintió mucha admiración por ella. Murió consumida por el fuego devorante del amor al alba del 15 de Septiembre de 1510.
Fue canonizada en 1737 por el Papa Clemente XII. Pío XII, en 1943, la proclamó “Patrona de los Hospitales Italianos”.
Oremos
Oh gloriosa Santa Catalina, digna hija del pobrecillo de Asís, que te emulaste en la piedad por la Pasión de Jesús y en el ardor de la caridad, tanto que llegaste a hacer de tu vida un continuo acto de amor por Dios y por el prójimo, vuelve a nosotros tu mirada.
Haz que en nuestros corazones se encienda por lo menos una chispa de tu ardiente amor, que arrancándonos de los lazos del pecado, nos una siempre más al Señor.
Sé todavía hoy la suave consoladora de los enfermos, obteniéndoles con la salud del cuerpo, la paz y la alegría del alma.
Extiende también tu oración sobre las almas del Purgatorio, a fin de que, cuanto antes puedan gozar la plena posesión de Dios.
Libéranos de las desgracias, aleja de nosotros todo peligro y obténnos la gracia de merecer, practicando la virtud, la gloria del Paraíso. Amen.