SÁBADO DE LA SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA
Leer textos: Miqueas 7,14-15/ Salmo 102/ Lucas 15,1-3.11-32
Reflexión:
Me levantaré y volveré a mi padre.
Muchos pecadores se y gente de mal vivir se le acercaban a Jesús para escucharlo y a veces lo invitaban a comer a sus casas. Pero los fariseos y los doctores de la ley murmuraban entre si, diciendo: “Este recibe a los pecadores y come con ellos” (Lc 15,1-3). Por tal motivo Jesús pronuncio tres de sus parábolas mas hermosas, las llamadas: parábolas de la misericordia: “La oveja encontrada” (Lc 15,4-7), “la moneda encontrada” (Lc 15,8-10) y “el hijo encontrado o también hijo pródigo” (Lc 15,11-32).
Hoy leemos la tercera y mas larga de esas parábolas, que tiene como finalidad principal explicar que significa perdón, misericordia, conversión. Esta parábola es también uno de los mejores ejemplos para entender el sacramento de la reconciliación o la confesión, al que a veces nos cuesta tanto acercarnos.
El hijo menor representar al pecador que con sus decisiones y acciones rompe la armonía con su padre y con sus hermanos. Al solicitar la herencia que le toca esta diciendo que no le importan los demás; después se aleja y vive a su modo, sin que nadie se lo impida, porque es libre. Sim embargo, llega el momento en que pierde todo, toca fondo y comienza a reflexionar sobre si mismo. ¿Por qué llegó hasta ese punto? ¿Hay algo que pueda hacer para recuperar al menos algo de todo lo que ha perdido? Debe enfrentarse a su vergüenza, sobreponerse para retomar el rumbo y encaminarse nuevamente hacia su padre. Ya no es el hijo orgulloso y autosuficiente; la vida le ha enseñada a ser humilde y a reconocer sus errores. Regresa y pide perdón, con el temor de ser rechazado.
La sorpresa mas grande la recibe aun antes de entrar a casa. Su padre lo espera y lo acoge; está feliz porque su hijo “estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo ha encontrado”, y hace una gran fiesta. Pero el hermano mayor no está tan contento. Él piensa distinto y dice que no tiene derecho a ser su hermano, aquel hijo derrochador.
Es evidente que este padre de la parábola es Dios. Pero ¿a quien representan los hijos mayor o meno? El hijo menor representa a los pecadores y gente de mal vivir, que mencionábamos al inicio de este comentario. El hijo mayor representa a os fariseos que criticaban a Jesús por recibir a los pecadores. Pero, además, en esta parábola estamos todos representados. A veces somos como el hijo menor que, abusando de nuestra libertad, nos alejamos de todo y de todos, y vivimos a nuestro modo, hasta que nos llega el momento de tocar fondo, entonces debemos tener el valor de alzarnos, y regresar por el camino de la conversión para no seguir cometiendo los mismos errores. O también podemos ser hijos mayores, que como jueces, criticamos todo intento de conversión a los demás. Para nuestra reflexión personal, valdría la pena preguntarnos: ¿Con cual de los dos personajes de esta parábola me identifico mas? ¿En qué punto me encuentro respecto a Dios?
Oración personal:
Señor, cuantas veces en mi vida he sido el hijo menor de la parábola del hijo prodigo? Muchas! Y ¿cuantas veces también he tenido que levantarme y pedirte perdón por ser así? Las mismas! Gracias Señor por tu amor misericordioso. Ayúdame a no caer siempre en las mismas tentaciones y pecados sino que vaya venciendo cada una de ellos, con tu gracia, una a la vez! Te lo pido por Cristo nuestro Señor, Amen!
Propósito:
Hoy haré mi examen de conciencia a partir de la parábola del hijo encontrado.