Salmo 142 1-11
Señor, escucha mi oración;
Tú, que eres fiel, atiende a mi suplica;
Tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
Pues ningún hombre vivo
Es inocente frente a ti.
El enemigo me persigue a muerte,
Empuja mi vida al sepulcro,
Me confina a las tinieblas
Como a los muertos ya olvidados.
Mi aliento desfallece, mi corazón
Dentro de mí está yerto.
Recuerdo los tiempos antiguos,
Medito todas tus acciones,
Considero las obras de tus manos
Y extiendo mis brazos hacia ti:
Tengo sed de ti como tierra reseca.
Escúchame en seguida, Señor,
Que me falta el aliento.
No me escondas tu rostro,
Igual que a los que bajan a la fosa.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
Ya que confío en ti.
Indícame el camino que he de seguir,
Pues levanto mi alma a ti.
Líbrame del enemigo, Señor,
Que me refugio en ti.
Enséname a cumplir tu voluntad,
Ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
Me guíe por tierra llana.
Por tu nombre, Señor, consérvame vivo;
Por tu clemencia, sácame de la angustia.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
Como era en el principio, ahora y siempre,
Por los siglos de los siglos. Amén.