Sábado después del Miércoles de Ceniza
Leer textos: Isaías 58,9-14/ Salmo 85/ Lucas 5,27-32
Reflexión:
Yo no he venido a llamar a a los justos, sino a los pecadores.
¿Qué cosa es un publicano? En tiempos de Jesús, los publicanos eran hombres al servicio del Imperio romano que se dedicaban a recaudar loso impuestos. Por supuesto no eran muy apreciados entre la población local, ya que con frecuencia cometían abusos al momento de cobrar y además eran considerados como traidores a la patria, por haberse puesto al servicio del Imperio. Leví, llamado Mateo, era uno de ellos. Jesús lo conoció sentado a la mesa de los impuestos y lo llamo a seguirlo. El, sin dudarlo, dejo todo y lo siguió.
La ley religiosa de aquel entonces, sobre todo para los Escribas y los Doctores de la ley, decía que no estaba permitido juntarse con ese tipo de personas, porque eran impuros y volvían impuro todo lo que tocaban. Sin embargo, Jesús mismo acepto la invitación de Mateo para comer en su casa, y también muchos de sus compañeros de trabajo: publicanos y pecadores estarían allí. Por “pecadores” también se entiende a personas que por su conducta personal o por su trabajo eran considerados impuros o transgresores de la ley (camelleros, arrieros, pastores, comerciantes…)
Al darse cuenta de que Jesús estaba comiendo con ellos, los fariseos reaccionaron inmediatamente e interrogaron a los discípulos. Tal vez, éstos no supieron que contestarles, porque fue Jesús quien entró en escena y les respondió claramente: “No necesitan del medico los que están sanos, sino los enfermos. Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores, para que se conviertan” (Lc. 5,31-32).
En cualquier grupo humano es muy fácil comenzar a dividir gente por categorías: nosotros los buenos y ustedes los malos; nosotros los santos y ustedes los pecadores; nosotros los inteligentes y ustedes los tontos; nosotros los guapos y ustedes los feos… pero, ¿quién o que nos autoriza para hacer tales divisiones? La opción fundamental de Jesús es clara: “Los sanos no necesitan del medico sino los enfermos”. Por nuestra parte, tengamos cuidado de no ponernos cómodamente del lado de los santos, bonito, inteligentes… porque a lo mejor es todo lo contrario. Y no se trata de un atentado contra nuestra autoestima, sino de conocernos bien a nosotros mismos en vista a la conversión.
Oración Personal:
Señor, danos humildad suficiente para reconocernos como lo que verdaderamente somos ante tus ojos y no pretender ser mas de lo que somos, permítenos reconocernos pecadores y necesitados de tu gracia y nunca pretendamos sentirnos suficientemente santos para no necesitar de ti. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor, Amen!
Propósito:
Hoy evitaré las palabras insultantes, los gestos de amenaza y la discriminación.