33º Domingo del tiempo ordinario (C)
Domingo, 17 Noviembre , 2019
El discurso de Jesús sobre el final de los tiempos
Lucas 21, 5-19
1. Oración inicial
Señor, tú que has creado el cielo, la tierra , el mar y cuanto en ellos hay, tú que por medio del Espíritu Santo por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijiste:
¿Por qué braman las gentes y
los pueblos meditan cosas vanas? Los reyes de la tierra han conspirado
y los príncipes se han confederado
contra el Señor y contra su Ungido;
…Extiende la mano para que se realicen curaciones, milagros y prodigios en el nombre de tu santo siervo Jesús (Act. 4,24-25.30)”. Llénanos de tu Espíritu como lo hiciste con los apóstoles después de esta plegaria, en los tiempos de prueba, para que también nosotros podamos anunciar la Palabra con franqueza y dar testimonio como profetas de esperanza.
2. Lectio
a) El contexto:
El pasaje se relaciona con el comienzo del discurso de Jesús sobre el final de los tiempos. El pasaje 21,5-35 es toda una unidad literaria. Jesús se encuentra en Jerusalén, en los atrios del Templo, se acerca la hora de su Pasión. Los Evangelios sinópticos (ver también Mt 24; Mc 13) hacen preceder al relato de la pasión, muerte y resurrección, el discurso llamado “escatológico”. La atención no va puesta sobre cada palabra, sino sobre el anuncio del acontecimiento total. La comunidad de Lucas ya tenía conocimiento de los sucesos relacionados con la destrucción de Jerusalén. El evangelista universaliza el mensaje y pone en evidencia el tiempo intermedio de la Iglesia en espera de la venida del Señor en la gloria. Lucas hace referencia al final de los tiempos en otras partes (12,35-48; 17,20-18,18).
b) Una posible división del texto:
Lucas 21, 5-7: introducción
Lucas 21, 8-9: advertencia inicial
Lucas 21, 10-11: las señales
Lucas 21, 12-17: los discípulos puestos en la prueba
Lucas 21, 18-19: protección y confianza
c) El texto:
5 Como algunos hablaban del Templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: 6 «De esto que veis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea derruida.» 7 Le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?»
8 Él dijo: «Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: `Yo soy’ y `el tiempo está cerca’. No les sigáis. 9 Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato.» 10 Entonces les dijo: «Se levantará nación contra nación y reino contra reino. 11 Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo.
12 «Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre; 13 esto os sucederá para que deis testimonio. 14 Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa, 15 porque yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios.16 Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros. 17 Todos os odiarán por causa de mi nombre. 18 Pero no perecerá ni un cabello de vuestra cabeza.19 Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
3. Momento de silencio orante
para que la Palabra de Dios pueda entrar en nuestro corazón e iluminar nuestra vida.
4. Algunas preguntas
– ¿Qué sentimientos me embargan: angustia, espanto, seguridad, confianza, esperanza, duda…?
– ¿Dónde está la buena noticia en este discurso?
– ¿Amamos lo que esperamos y nos conformamos a sus exigencias?
– ¿Cómo reacciono en la pruebas de mi vida de fe?
– ¿Puedo hacer una conexión con los sucesos históricos actuales?
– ¿Qué puesto tiene Jesús hoy en la historia?
5. Meditatio
a) Una clave de lectura:
No nos dejemos arrastrar por las convulsiones exteriores, típicos del lenguaje apocalíptico, sino de los interiores, necesarios, que preanuncian y preparan el encuentro con el Señor. Aunque estamos conscientes que también hoy, en diversas partes del mundo se viven situaciones “apocalípticas”, es posible también una lectura personalizada, ciertamente no evasiva que dirige la atención sobre la responsabilidad personal. Lucas, respecto a los otros evangelistas, subraya que no ha llegado el final, que es necesario vivir la espera con empeño. Abramos los ojos sobre las tragedias de nuestro tiempo, no para ser profeta de desventuras, sino valerosos profetas de un nuevo orden basado en la justicia y la paz.
b) Comentario:
[5] Como algunos hablaban del templo, de cómo estaba adornado de bellas piedras y ofrendas votivas, él dijo: Probablemente Jesús se encuentra en los atrios del templo, considerado el sitio señalado para los dones votivos. Lucas no especifica quiénes son los oyentes, es dirigido a todos, universaliza el discurso escatológico. Este discurso puede referirse al final de los tiempos, pero también al final de cada persona, del propio tiempo de vida. En común está el encuentro definitivo con el Señor resucitado.
[6] “De esto que véis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra, que no sea destruida” Jesús introduce un lenguaje de desgracias (17,22; 19,43) y vuelve a repetir las admoniciones de los profetas con respecto al templo (Micheas 3,12: Jer 7,1-15; 26,1-19). Es también una consideración sobre la caducidad de toda realización humana, por más maravillosa que sea. La comunidad lucana ya conocía la destrucción de Jerusalén (año 70). Consideremos nuestra conducta con las cosas que perecen con el tiempo.
[7] Le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo sucederá eso? Y ¿cuál será la señal de que todas estas cosas están para ocurrir?”. Los oyentes están interesados sobre los sucesos trastornantes exteriores que caracterizan este acontecimiento. Jesús no responde a esta específica pregunta. El “cuándo” no lo coloca Lucas en relación con la destrucción de Jerusalén. Subraya que “el fin no es inmediato” (versículo 9) y que “ antes de todo esto…” (v. 12) deberán acontecer otras cosas. Nos interroga sobre la relación entre los acontecimientos históricos y el cumplimiento de la historia de la salvación. Los tiempos del hombre y los tiempos de Dios.
[8] Él dijo: Mirad, no os dejéis engañar. Porque vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo: «Yo soy» y «el tiempo está cerca». No les sigáis. Lucas, a diferencia de los otros evangelistas, añade la referencia al tiempo. La comunidad de los primeros cristianos está superando la fase de un regreso próximo del Señor y se prepara al tiempo intermedio de la Iglesia. Jesús recomienda no dejarse engañar o mejor, no ser seducidos por impostores. Hay dos tipos de falsos profetas: los que pretenden venir en nombre de Jesús diciendo “soy yo” o los que afirman que el tiempo ha llegado, que ya se conoce la fecha (10,11; 19,11).
[9] “Cuando oigáis hablar de guerras y revoluciones, no os aterréis; porque es necesario que sucedan primero estas cosas, pero el fin no es inmediato” También los acontecimientos bélicos, y hoy diremos, la acciones terroristas, no son principio del fin. Todo esto sucede, pero no es la señal del final (Dn 3,28). Lucas quiere prevenir la ilusión del final inminente de los tiempos con la consiguiente desilusión y abandono de la fe.
[10] Entonces les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino,
[11] Habrá grandes terremotos, peste y hambre en diversos lugares, habrá cosas espantosas y grandes señales del cielo”. La frase: “entonces les dijo” es una vuelta al discurso después de las advertencias iniciales. Estamos en pleno lenguaje apocalíptico que quiere decir revelación (Is 19,2; 2Cor 15,6) y ocultamiento o velación al mismo tiempo. Se usan imágenes tradicionales para describir la aceleración del cambio de la historia (Is 24,19-20; Zc 14,4-5; Ez 6,11-12, etc.). Lo imaginario catastrófico es como un telón que oculta la belleza del escenario que está detrás: la venida del Señor en la gloria (v.27).
[12] Pero, antes de todo esto, os echarán mano y os perseguirán, os entregarán a las sinagogas y cárceles y os llevarán ante reyes y gobernadores por mi nombre.
[13] Esto os sucederá para que déis testimonio. El cristiano está llamado a conformarse con Cristo. Me han perseguido a mí, también os perseguirán a vosotros. Lucas tiene presente la escena de Pablo delante del rey Agripa y del gobernador Festo (Act. 25,13-26,32). He ahí pues el momento de la prueba. No necesariamente bajo forma de persecución. Santa Teresa del Niño Jesús ha sufrido por 18 meses, desde el descubrimiento de su enfermedad, la ausencia de Dios. Un tiempo de purificación que prepara al encuentro. Es la condición normal del cristiano, la de vivir en una sana tensión, que no es frustración. Los cristianos están llamados a dar testimonio de la esperanza de la que están animados.
[14] Proponed, pues, en vuestro corazón no preparar la defensa,
[15] yo os daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios. Llega el momento de poner la confianza total en Dios, sólo Dios basta. Es aquella misma sabiduría con la que Esteban refutaba a sus adversarios (Act 6,10). Se le garantiza al creyente la capacidad de resistir a la persecución.
[16] Seréis entregados por padres, hermanos, parientes y amigos, y matarán a algunos de vosotros;
[17] Todos os odiarán por causa de mi nombre. Para recordar la protección divina asegurada en los momentos de prueba. Está garantizada también al creyente la custodia de su integridad física.
[19] Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. La perseverancia (confer también: Act 11,23; 13,43; 14,22) es indispensable para producir fruto (8,15), en las pruebas cotidianas y en las persecuciones. Quiere decir el “permanecer” en Cristo del que habla Juan. La victoria final es cierta: el reino de Dios será instaurado por el Hijo del hombre. Es necesario ahora ser perseverantes, vigilantes y en oración (v.36 y 12,35-38). El estilo de vida del cristiano debe convertirse en signo del futuro que vendrá.
6. Oratio: Salmo 98
Cantad al Señor un cántico nuevo
¡Aclama a Yahvé, tierra entera,
gritad alegres, gozosos, cantad!
Tañed a Yahvé con la cítara,
con la cítara al son de instrumentos;
al son de trompetas y del cuerno
aclamad ante el rey Yahvé.
Brame el mar y cuanto encierra,
el mundo y cuantos lo habitan,
aplaudan los ríos,
aclamen los montes,
ante Yahvé, que llega,
que llega a juzgar la tierra.
Juzgará el mundo con justicia,
a los pueblos con equidad.
7. Contemplatio
Dios bueno, cuyo reino es todo amor y paz, crea tú mismo en nuestra alma aquel silencio que te es necesario para comunicarte con ella.
Obrar tranquilo, deseo sin pasión, celo sin agitación: todo esto no puede provenir sino de ti, sabiduría eterna, actividad infinita, reposo inalterable, principio y modelo de la verdadera paz.
Tú nos ha prometido esta paz por boca de los profetas, la has hecho llegar por medio de Jesucristo, y se nos ha dado la garantía con la efusión de tu Espíritu.
No permita que la envidia del enemigo, la turbación de las pasiones, los escrúpulos de la conciencia, nos hagan perder este don celestial, que es la prenda de tu amor, el objeto de tus promesas, el premio de la sangre de tu Hijo. Amén (Teresa de Avila, Vida, 38,9-10)ShareFacebookTwitter