Lunes de la vigésima octava semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Lucas 11,29-32.
Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación.
El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.
El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
«El signo de Jonás» (Trad. ©Evangelizo.org©)
Lloremos por los paganos que no comprenden la salvación que Dios quiere darles…si, un esposo ama menos a su mujer que lo que nosotros amamos a todos los hombres y, por eso, quisiéramos llevarlos a todos a la salvación. Lloremos y gimamos por los que no creen, porque para ellos «el lenguaje de la cruz es una locura» por lo que en realidad es «poder de Dios y sabiduría de Dios» (1 Cor 18-24). ¡Mira, oh hombre! Por ti Jesucristo tomo la forma de esclavo (Fil 2:7), por ti murió en la cruz, por ti resucitó. ¿Y dices que es imposible creer en tal prueba de amor, de adorar un tal Dios? por lo que este Rey hizo por ti, que eres su enemigo, lo que un padre, un hijo o un amigo no habría hecho por ti. Cuando leo: «Mi Dios fue clavado en la cruz», el pagano responde: «La razón no puede admitir esto. Él sufre y se deja crucificar; ¿no puede salvarse a sí mismo? Si no puede hacerlo, ¿cómo es que puede salvar a los demás?» (Mt 27:42) Todo esto es contrario a la razón.» Es cierto, la cruz es un misterio que sobrepasa la razón humana, es el signo de un poder que va más allá de nuestro entendimiento. Los tres Hebreos triunfaron en las llamas después de haber sido echados al horno ardiente (Dn 3), esto fue más prodigioso que si no hubiesen sido echados. Jonás fue tragado por una ballena, esto es normal, sin embargo que haya podido vivir dentro del monstruo, he allí el prodigio. Del mismo modo, Cristo comprobaba mejor su divinidad triunfando sobre la muerte en el seno mismo de la muerte que rehusando a morir.
San Juan Crisóstomo (c. 345-407)
presbítero en Antioquía, después obispo de Constantinopla, doctor de la Iglesia