Martes de la quinta semana de Pascua
Evangelio según San Juan 14,27-31a.
Jesús dijo a sus discípulos:
«Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡ No se inquieten ni teman !
Me han oído decir: ‘Me voy y volveré a ustedes’. Si me amaran, se alegrarían de que vuelva junto al Padre, porque el Padre es más grande que yo.
Les he dicho esto antes que suceda, para que cuando se cumpla, ustedes crean.
Ya no hablaré mucho más con ustedes, porque está por llegar el Príncipe de este mundo: él nada puede hacer contra mí,
pero es necesario que el mundo sepa que yo amo al Padre y obro como él me ha ordenado.»
Reflexionemos
San Juan XXIII (1881-1963), papa
Discursos, volumen V, p. 210
«Es mi paz la que os doy»
Príncipe de la paz, Jesús resucitado, mira con benevolencia a la humanidad entera. Sólo de Tï, espera ayuda y socorro. Como en tiempos de tu vida terrena, siempre prefieres a los pequeños, los humildes, los que sufren. Siempre vas buscando a los pecadores. Haces que todos te invoquen y te encuentran, para que tengan en Tí el camino, la verdad y la vida (Jn 14,6). Concedenos tu paz, cordero inmolado por nuestra salvación (Ap 5,6); (Jn 1,29): “¡Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, dános la paz!”
He aquí, Jesús, nuestra oración: aleja del corazón de los hombres todo aquello que pueda comprometer su paz, confirmales en verdad, la justicia y el amor fraterno. Ilumina a los dirigentes; que sus esfuerzos por el bienestar de los pueblos, estén unidos en el esfuerzo para asegurar la paz. Enciende el deseo de todos para derribar las barreras que nos dividen, con el fin de fortalecer los vínculos de la caridad. Enciende la voluntad de todos para que estemos dispuestos a comprender, compartir y perdonar, con el fin de que todos estemos unidos en tu nombre y que triunfe en los corazones,las familias, el mundo entero, la paz, tu paz.