Evangelio según San Lucas 24,35-48.
Los discípulos, por su parte, contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Todavía estaban hablando de esto, cuando Jesús se apareció en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes”.
Atónitos y llenos de temor, creían ver un espíritu,
pero Jesús les preguntó: “¿Por qué están turbados y se les presentan esas dudas?
Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean. Un espíritu no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo”.
Y diciendo esto, les mostró sus manos y sus pies.
Era tal la alegría y la admiración de los discípulos, que se resistían a creer. Pero Jesús les preguntó: “¿Tienen aquí algo para comer?”.
Ellos le presentaron un trozo de pescado asado;
él lo tomó y lo comió delante de todos.
Después les dijo: “Cuando todavía estaba con ustedes, yo les decía: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”.
Entonces les abrió la inteligencia para que pudieran comprender las Escrituras,
y añadió: “Así estaba escrito: el Mesías debía sufrir y resucitar de entre los muertos al tercer día,
y comenzando por Jerusalén, en su Nombre debía predicarse a todas las naciones la conversión para el perdón de los pecados.
Ustedes son testigos de todo esto.”
Reflexionemos
San Francisco de Sales (1567-1622), obispo de Ginebra y doctor de la Iglesia
OC, t 9, p.290s (Trad. ©Evangelizo.org)
« La paz sea con ustedes»
Los apóstoles y los discípulos de Nuestro Señor, como hijos sin padre y soldados sin capitán, habiéndose retirado llenos de temor en una casa, el Salvador se les apareció para consolarlos en su aflicción, y les dijo « ¿Por qué tienen miedo y están afligidos? Si es la duda de que lo que les prometí sobre mi resurrección no va a ocurrir, la paz sea con ustedes, permanezcan en la paz, que la paz se haga en ustedes, porque he resucitado. Miren mis manos, toquen mis heridas; soy yo, no teman, la paz sea con ustedes»…
Como si quisiera decir: « ¿Qué tienen mis apóstoles que están todos temerosos y llenos de miedo? ahora ya no tienen por qué, pues les he adquirido para ustedes la paz que les doy. No solamente mi Padre me la debe porque soy su Hijo, sino también porque la he comprado al precio de mi sangre y de estas llagas que les muestro. De ahora en adelante, no sean cobardes ni temerosos, pues la guerra ha terminado. Tuvieron razones de temer durante los días pasados cuando vieron que me latiguearon…, cuando me golpearon, cuando me coronaron de espinas, cuando me hirieron desde la cabeza hasta los pies y que me clavaron en la cruz. Sufrí toda clase de oprobios, de desamparos y de ignominias…Pero ahora no teman más, que la paz sea en sus corazones, porque he salido victorioso y he vencido a todos mis adversarios: he vencido al diablo, al mundo y a la carne…Hasta esta hora les he dado varias veces mi paz, ahora les muestro como la adquirí…Todo lo que doy a mis más queridos, es la paz; por eso, la paz a ustedes, y a todos los que creerán en mí.»