Viernes de la trigésima cuarta semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Lucas 21,29-33.
Jesús hizo a sus discípulos esta comparación:
“Miren lo que sucede con la higuera o con cualquier otro árbol.
Cuando comienza a echar brotes, ustedes se dan cuenta de que se acerca el verano.
Así también, cuando vean que suceden todas estas cosas, sepan que el Reino de Dios está cerca.
Les aseguro que no pasará esta generación hasta que se cumpla todo esto.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.”
Reflexionemos
Beato Guerrico de Igny (c. 1080-1157), abad cisterciense
1er sermón para el Adviento
«Sepan que el Reino de Dios está cerca»
¡Señor Jesús, las gracias te sean dadas! Estamos ante ti, te esperamos. «Dentro de poco tiempo, y dentro de poco tiempo»: tú haces promesa tras promesa; y yo de una vez por todas, confió en ellas. Sin embargo, «ven y ayúdame en mi incredulidad» para que, permaneciendo allí, te espere, y te espere todavía, hasta que al fin vea lo que creo. Si, lo creo, «veré los bienes del Señor, en la tierra de la vida».
¿Y tu hermano, lo crees? entonces «espera al Señor, sé valiente, que tu corazón se fortalezca, que espere con paciencia al Señor ». Si el Señor prescribe una larga paciencia, también promete venir pronto. Es que a veces nos forma en la paciencia, y a veces reconforta a los desalentados; asusta a los negligentes, activa a los perezosos. «Ten en cuenta que vendré pronto, y que traeré mi recompensa conmigo, para pagar a cada uno según sus obras». Y hablando a Jerusalén, agrega: «Pronto vendrá tu salvación, ¿porque dejarte consumir por el dolor?»
Es cierto, el tiempo es corto, sobre todo para cada uno de nosotros, pese a que aparenta ser largo para quien se consume por la pena, o por el amor. Él vendrá, vendrá seguramente, ese Señor, el objeto de nuestro temor y de nuestro deseo, el reposo y la recompensa de aquellos que sufren, ternura y abrazos para aquellos que aman, la beatitud de todos, Jesucristo, Nuestro Salvador.