Evangelio Hoy

Jueves de la trigésima segunda semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Lucas 17,20-25. 

Los fariseos le preguntaron cuándo llegará el Reino de Dios. El les respondió: “El Reino de Dios no viene ostensiblemente, 
y no se podrá decir: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’. Porque el Reino de Dios está entre ustedes”. 
Jesús dijo después a sus discípulos: “Vendrá el tiempo en que ustedes desearán ver uno solo de los días del Hijo del hombre y no lo verán. 
Les dirán: ‘Está aquí’ o ‘Está allí’, pero no corran a buscarlo. 
Como el relámpago brilla de un extremo al otro del cielo, así será el Hijo del hombre cuando llegue su Día. 
Pero antes tendrá que sufrir mucho y será rechazado por esta generación.” 

Reflexionemos

San Juan Casiano (c. 360-435), fundador de la Abadía de Marsella
Conferencia 1, SC 42

El Reino de Dios en medio de nosotros y dentro de nosotros

Según nuestro juicio, sería una impureza apartarnos, ni que fuera por un momento, de la contemplación de Cristo. Cuando nuestra atención se ha desviado en algo de este divino objeto, volvamos a él los ojos de nuestro corazón y conduzcamos la dirección de nuestra mirada interior hacia él. Todo yace en le santuario profundo del alma. Cuando el diablo ha sido expulsado de allí y los vicios ya no tienen poder  en ella, se establece  en nosotros el Reino de Dios. Pero, el “Reino de Dios”, dice el evangelista, no viene de manera ostentosa que se pueda percibir con los ojos… En verdad, el Reino de Dios está dentro de vosotros. (cf Lc 17,20-21)

En nosotros no pueden habitar a la vez el conocimiento y la ignorancia de la verdad, el amor al vicio y a la virtud. Por lo tanto, somos nosotros quienes damos el poder sobre nuestra corazón o al demonio o a Cristo.

El apóstol, a su vez, describe así la naturaleza de este Reino: “Porque el reino de Dios no consiste en lo que se come o en lo que se bebe; consiste en la fuerza salvadora, en la paz y la alegría que proceden del Espíritu Santo.” (Rm 14,17) Si, pues, el Reino de Dios está dentro de nosotros mismos, y si consiste en la justicia, la paz y la alegría, todos los que viven practicando estas virtudes están, sin duda, en el Reino de Dios… Levantemos la mirada de nuestra alma hacia el Reino que es gozo sin fin.

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