Evangelio Hoy

Jueves de la vigésima primera semana del tiempo ordinario

Evangelio según San Mateo 24,42-51. 

Estén prevenidos, porque ustedes no saben qué día vendrá su Señor. 
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora de la noche va a llegar el ladrón, velaría y no dejaría perforar las paredes de su casa. 
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada. 
¿Cuál es, entonces, el servidor fiel y previsor, a quien el Señor ha puesto al frente de su personal, para distribuir el alimento en el momento oportuno? 
Feliz aquel servidor a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo. 
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. 
Pero si es un mal servidor, que piensa: ‘Mi señor tardará’, 
y se dedica a golpear a sus compañeros, a comer y a beber con los borrachos, 
su señor llegará el día y la hora menos pensada, 
y lo castigará. Entonces él correrá la misma suerte que los hipócritas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes. 

Reflexionemos

Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390), monje
Homilía 31; PG 34, 728

«Velad, porque no sabéis en que día vendrá el Señor»

Dios es el bien supremo; dirige hacia él los pensamientos de tu espíritu y no sueñes en otra cosa que en aguardar su venida. Así pues, que el alma recoja sus pensamientos dispersos por el pecado, como si recogiera a unos hijos traviesos. Que los conduzca de nuevo a la casa de su cuerpo, y que espere siempre al Señor en el ayuno y en el amor, hasta que él venga y la recoja verdaderamente…

Si nuestro corazón no se hincha, si nuestros pensamientos dispersos no los enviamos a pastura en las locas hierbas del pecado, sino que por el contrario, elevamos nuestro espíritu y por una ferviente voluntad conducimos nuestros pensamientos en la presencia del Señor, entonces gracias a su buen querer, ciertamente que el Señor vendrá a nosotros y nos unirá verdaderamente a él…

Apresúrate, pues, a complacer al Señor, espérale sin cesar en tu corazón, búscale a través de tus pensamientos, incita tu voluntad y tus sentimientos a tender constantemente hacia él. Verás entonces como él viene a ti y hace en ti su morada.

 

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