Martes de la Primera semana de Cuaresma
Evangelio según San Mateo 6,7-15.
Jesús dijo a sus discípulos:
Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.
No hagan como ellos, porque el Padre que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan.
Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre,
que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.
No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal.
Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.
Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.
Reflexionemos
San Juan María Vianney (1786-1859), presbítero, cura de Ars
Pensamientos elegidos del Santo Cura de Ars
El perdón es la ley
Dios sólo perdonará a aquellos que harán perdonado: así es la ley. Los santos no sienten ningún odio, ninguna hiel; ellos perdonan todo y siempre piensan que merecen mucho más castigo por las ofensas hechas a Dios. Desde el momento en el que odiamos a nuestro prójimo, Dios nos devuelve este odio: es un rasgo que se vuelve en nuestra contra. El otro día le decía a alguien: “ ¿Pero entonces usted no quiere ir al cielo? y, ¿que usted no quiere ver a esta persona? – ¡Por supuesto! Sí, pero nos esforzaremos de permanecer lejos uno del otro para de no vernos.” Aquellos no tendrán esta molestia pues la puerta del cielo está cerrada al odio.
En el cielo no hay ningún resentimiento. Igualmente, los corazones buenos y humildes que reciben las injurias y las calumnias con alegría o indiferencia empiezan su paraíso en este mundo. Aquellos que conservan su rencor permanecen infelices. El medio para contrarrestar el demonio cuando éste nos suscita pensamientos de ira contra aquellos que nos hacen el mal, es rezar en cuanto antes por ellos. Es así como vencemos el mal con el bien, es así como viven los santos.