Lunes de la decimotercera semana del tiempo ordinario
Evangelio según San Mateo 8,18-22.
Al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla.
Entonces se aproximó un escriba y le dijo: “Maestro, te seguiré adonde vayas”.
Jesús le respondió: “Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”.
Otro de sus discípulos le dijo: “Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre”.
Pero Jesús le respondió: “Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”.
Reflexionemos
Beato Carlos de Foucauld (1858-1916), ermitaño y misionero en el Sahara
Retiro en Nazaret. Escritos espirituales
“El Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.”
¡Oh, Señor mío, Jesús, he aquí esta divina pobreza! ¡Con qué razón es necesario que tú mismo me instruyas! ¡Tú querías tanto la pobreza!… En tu vida mortal era tu fiel compañera. La has dejado como heredad a tus santos, a todos aquellos que quieren seguirte, a todos los que quieren ser discípulos tuyos. La has enseñado con los ejemplos de toda tu vida. La has glorificado, declarado bienaventurada, necesaria. Has elegido como padres a unos pobres trabajadores. Has nacido en una cueva que servía de establo. Has sido pobre en las peripecias de tu infancia. Tus primeros adoradores eran los pastores. En tu presentación en el templo fueron ofrecidos dos pichones, el don de los pobres. Has vivido treinta años como pobre trabajador, en este Nazaret que tengo la dicha poder conocer, donde tengo el gozo…de recoger estiércol.
Luego, durante tu vida pública, has vivido de limosna en medio de unos pescadores pobres que te habías escogido como compañeros. “Sin una piedra donde reclinar la cabeza”. En el Calvario, fuiste despojado de todos tus vestidos, tu única posesión, y los soldados echaron la suerte sobre ellos, a ver a quien tocaba. Moriste desnudo y fuiste sepultado por limosna, por unos extranjeros. “Dichosos los pobres”. (Mt 5,3)
¡Señor mío, Jesús, aquel que te ama de todo corazón, no queriendo ser más rico que tú, su bien-amado, llegará muy pronto a ser pobre!