Lunes de la cuarta semana de Pascua
Evangelio según San Juan 10,11-18.
Yo soy el buen Pastor. El buen Pastor da su vida por las ovejas.
El asalariado, en cambio, que no es el pastor y al que no pertenecen las ovejas, cuando ve venir al lobo las abandona y huye, y el lobo las arrebata y las dispersa.
Como es asalariado, no se preocupa por las ovejas.
Yo soy el buen Pastor: conozco a mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí
-como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre- y doy mi vida por las ovejas.
Tengo, además, otras ovejas que no son de este corral y a las que debo también conducir: ellas oirán mi voz, y así habrá un solo Rebaño y un solo Pastor.
El Padre me ama porque yo doy mi vida para recobrarla.
Nadie me la quita, sino que la doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de recobrarla: este es el mandato que recibí de mi Padre”.
Reflexionemos
Santo Tomás de Aquino (1225-1274), dominico, teólogo, doctor de la Iglesia
Lectura del evangelio de Juan, X; 3,1-2
“Como buen pastor, yo doy mi vida por las ovejas.”
El servicio del buen pastor es la caridad. Por esto, Jesús dice “da la vida por sus ovejas”, a saber, que el buen pastor cuida con esmero de su rebaño, mientras que el asalariado busca su propio interés. Por esto dice el profeta: “¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No es el rebaño que deben apacentar los pastores?” (Ez 34,2) Aquel que se aprovecha del rebaño para sus propios intereses no es un buen pastor…Un buen pastor, en el sentido natural, soporta muchos trabajos por el rebaño a su cargo, como lo dice Jacob: “De día me consumía el calor y de noche el frío, sin poder dormir.” (Gn 34,40)…
La salud espiritual del rebaño importa más que la misma vida del pastor. Por esto, cuando el rebaño está en peligro, su pastor tiene que asumir perder su vida por la salvación del rebaño. El Señor dice: “El buen pastor da la vida por sus ovejas.” (Jn 10,15) su vida física, por el ejercicio de la autoridad llena de amor… Cristo nos ha dado ejemplo: “Ha dado su vida por nosotros. Nosotros también, debemos dar la vida unos por los otros.” (cf 1Jn 3,16)